
magazines

 nº170. Págs. 33-34.
El ron corrÃa por mi garganta, por mi laringe, por mis venas... Bueno, la verdad es que casi serÃa más práctico decir que era yo el que corrÃa dentro de un barril de ron, barril que compartÃa con mi colega Barbaroja, con quien celebraba el éxito de nuestro último abordaje.
Nos habÃamos reunido en mi barco para celebrar los éxitos cosechados en los dos últimos abordajes. La verdad es que el botÃn no estaba nada mal: 200 galones de whisky, dos arcones repletos de joyas, 400 piezas de oro, sedas y turquesas a granel y un sinfÃn de otras maravillas.
Además tenÃamos que celebrar el último acuerdo que habÃamos hecho Barbaroja, Horuc para los amigos, y yo. ConsistÃa en repartirnos equitativamente los botines que consiguiéramos en un periodo de dos años, lo cual podrÃa resultar enormemente rentable para ambos.
TodavÃa no me he presentado, pero es que ya se sabe, con los vapores etÃlicos rondando por mi cerebro, uno olvida hasta las elementales normas de educación. Mi nombre es..., bueno todos me conocen por Barbanegra, eso para vosotros será suficiente.
Pero no he escrito estas lÃneas para contaros los avatares de las descomunales borracheras que Horuc y yo cogemos cada vez que nos encontramos, ni tampoco para describiros mis sucios negocios de trapicheo, piraterÃa, bucanerÃa y cualquier tipo de delito que os podéis imaginar. Os voy a relatar los sucesos ocurridos tras nuestro último encuentro amistoso en el Caribe.
Tras la borrachera, la resaca me habÃa dejado lo suficientemente dormido como para no darme cuenta de la mala pasada que me preparaba Horuc, me habÃa ido de la lengua mientras bebÃamos, y le habÃa comentado que habÃa creado mi propio banco de recursos situado en una isla no lejos de La Tortuga. Incluso habÃa sido tan idiota de enseñarl el mapa de la ubicación exacta del tesoro que llevaba años recopilando.
Por supuesto, Horuc no iba a dejar escapar una oportunidad como ésta, y, en cuanto pudo, me arrebató el plano, la tripulación y el barco. Menos mal que me dejó la camisa y la casaca, porque no hay nada más ridÃculo que un pirata desnudo.
Me las iba a pagar. HabÃa convencido a mi tripulación de que repartirÃa el botÃn con ellos y eso les habÃa bastado para traicionarme. Ni se habÃa molestado en encerrarme ni en atarme, porque sabÃa que en cuanto apareciera por cubierta mis antiguos amigos darÃan buena cuenta de mi cuello.
TenÃa que solucionar esta situación y el método más rápido pasaba por destruir la pasarela que Horuc habÃa colocado entre su galeón y el mÃo. Por ella se paseaban tranquilamente las dos tripulaciones, lo que hacÃa que el número de mis enemigos fuera bastante elevado. Como primer paso deberÃa encontrar una antorcha que me permitiera acercarme a uno de los cañones y destruirla.
Por suerte, lo que Horuc desconocÃa era que yo habÃa repartido por todo el barco unos baúles en los que escondÃa algunos de los elementos que me iban a ser indispensables apra derrotarle y recuperar el mapa. Por desgracia, mi memoria me habÃa jugado la gracia de olvidarse de que habÃa escondido en cada uno de ellos. Lo único que recordaba es que habÃa una antorcha, alguna que otra opción de inmunidad que me habÃa regalado un brujo vudú de HaitÃ, armas y, como no, algunas botellas de ron. Entre estas últimas algunas llevaban tantos años esperando que alguien las usara, que habÃan alcanzado un grado etÃlico realmente peligroso: un trago de esas botellas podÃa harcerme perder el sentido de la orientación o del equilibrio en instantes: y eso, en un barco lleno de indeseables que querÃan hacerme picadillo, no era demasiado conveniente.
Encontré la antorcha, me dirigà hacia la proa del buque, prendà el cañón y la pasarela saltó por los aires. Breves instantes antes, uno de los pocos bucaneros fieles que me quedaban me confesó que Horuc no se habÃa llevado el mapa consigo para evitar males mayores con su tripulación. Lo habÃa escondido en mi propio buque en una de las bodegas, dentro de un cofre.
Me dirigà desesperadamente a su búsqueda y...
Aquà entráis vosotros para ayudar a nuestro borrachÃn Barbanegra, en esta particular aventura que ha salido de las lúcidas mentes de los programadores de Topo. Y decimos lo de lúcidas porque "Black Beard" es posiblemente el mejor producto de esta casa de software española hasta el momento. No penséis que nos ciega el hecho de que sean programadores españoles, pues hay que reconocer que este programa reúne casi todos los ingredientes necesarios para cocinar un gran éxito.
Por si acaso a alguno se os escapa como conseguir este tipo de recetas, os diremos que se cogen unos buenos gráficos, un movimiento simpático, un scroll suave y rápido, un argumento interesante y... ya está, ya tenemos un éxito listo para servir.
Eso es lo que ha conseguido Topo con este "Black Beard" al que le auguramos uno de los mejores botines de la historia del software.
PUNTUACIÓN
Originalidad: 8
Gráficos: 9
Movimientos: 8
Sonido: 8
Dificultad: 8
Adicción: 8

 #61. February 1989. Page 67.
NEVER TRUST a man with a red beard, or so the saying goes. But unfortunately for the eponymous star of the latest Kixx game,
Blackbeard (their first original game release), thtat's just what he did when he started a heavy night's boozing with his old mate Captain Redbeard. Old Reddy had the cheek to slip a slimey hand into Blackbeard's pocket and snatch a much-sought after map, detailing the whereabouts of charcoal whisker's treasure.
Filled with rage, and a fair amount of rum no doubt, our fat friend sets after Redbeard -who in the meantime has taken charge of HMS Victory. Travelling
Gauntlet -style around the ship of four levels (deck, cabins and two storage levels) Blackbeard must pick up all the ammo he can find. Guns are the most sought after, as it is only with these that you can blow open each of the many chests containing potions, guiding lights and extra lives. Potions allow short-lived invincibility whereas torches can be used to fire the cannons which will destroy the passage through which the marauding pirates attack. Pick up all the extra energy bottles you can find, but beware of Redbeard's special brew for this can send you reeling about the screen in a very incapable fashion.
Only when all of Reddy's accomplices have been shot or knifed to the great keg in the sky will you be able to open the final chest containing the mythical map.
Of all the
Gauntlet games around at the moment -including the original-
Blackbeard is probably the most enjoyable to initially play. The graphics, although not terribly varied, are colourful and detailed, creating a simple sort of addiction that coaxes the player to explore and uncover the accurately-drawn HMS Victory. As with most budget games,
Blackbeard's addiction isn't particularly long-lasting but -
unlike most cheap offerings- it does create a fun atmosphere that will last at least a few weeks. Great fun at only three quid.
KIXX £2.99 ................. 81%