Barbarian (no confundir con el de Psygnosys), fue el juego estrella de Palace Software. Sus duelos uno contra uno en los que rebanar cabezas ajenas te acercaba a la gloria eran impresionantes, como lo fue también su portada con la exuberante Maria Whittaker y un fornido tipo del que nunca nos interesó saber el nombre (Michael Van Wijk se llamaba, Google acude al rescate treinta años después).

Su éxito no llevó aparejada una conversión a MSX, aunque fuese de las marrulleras habituales, y los usuarios de ese ordenador se quedaron sin disfrutarlo (aunque recientemente se ha desarrollado una versión para MSX 2).

Eso no impidió que la vuelta de nuestro héroe, ahora acompañado por la heroína (Maria... Mariana, la del busto sugerente), se produjese también en este sistema tantas veces olvidado, de la mano de los prolíficos conversores Mateos y Brioso, a los que tantas veces recurrió Erbe).

La idea fue retomar los duelos, con los mismos movimientos que le habían hecho famoso, pero transformando el juego en una videoaventura en la que podías recorrer senderos y cavernas a través de cuatro niveles, hasta dar con Drax.

La conversión es directa, como decíamos. Y eso hace que, a pesar de no perder apenas velocidad, el sonido vuelva a ser la peor parte del juego, si tenemos en cuenta que los gráficos son de Spectrum y estaban muy bien en el original. Pero el sonido es como el de un 48K, y eso en un MSX que de origen tenía muchas más posibilidades, le resta algunos puntos.

Barbarian II es un gran juego, aunque (como casi siempre) pudiese haber sido mejor.